Todos tenemos ese cajón interior donde guardamos las cosas que apreciamos, pensamos y defendemos casi de manera inconsciente, y que nos hacen ser lo que somos, e incluso muchas veces no las exponemos por temor a que sean vulneradas.
Siempre existió, y va a existir, el dilema interminable acerca de la verdad de las cosas y de su inquebrantable verosimilitud con la realidad. Pero qué sucede cuando son nuestros propios pensamientos lo que nos llevan a cuestionar esas verdades que otros han guardado en su cajón y que les permite defender sus puntos de vista: tan diferentes, opuestos y casi antagónicos.
Siempre existió, y va a existir, el dilema interminable acerca de la verdad de las cosas y de su inquebrantable verosimilitud con la realidad. Pero qué sucede cuando son nuestros propios pensamientos lo que nos llevan a cuestionar esas verdades que otros han guardado en su cajón y que les permite defender sus puntos de vista: tan diferentes, opuestos y casi antagónicos.
Solemos conservar ( aunque reconozcamos que aveces nos ecedemo) hasta el último segundo de nuestra vida esa verdad , nuestra verdad, nuestro manera de ver las cosas, que tan esenciales nos ha convertido, para poder sobrevivir en este mundo donde cada segundo se crean nuevas verdades, tan distintas, tan iguales, tan sinceras y tan irreales como personas hay en este mundo.
Vos... ¿Qué verdad tenés en tu cajón que te lleva a ver la vida de una manera tan particular?... tan particular que te hace único en el mundo.
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