26 de septiembre de 2008

De la risa al dolor: la cosquilla

Navegando por la web me crucé con una nota que manifestaba que las cosquillas si se realizaban por un tiempo prolongado podrían llegar a causar la muerte. Para los que sufrimos de esta reacción corporal, en nuestra niñez más de uno nos habrá amenazado con hacernos cosquillas, no es menor que tal incognita sea fuente de un estudio científico.
En realidad, las cosquillas constituyen una reacción de autodefensa del organismo, es decir, un instinto primitivo que obliga a reaccionar al cuerpo ante situaciones de peligro como, por ejemplo, prevenir los ataques ponzoñozos de una araña o un escorpión que camina sobre la piel.
La señal producida por la estimulación de los receptores táctiles de la dermis viaja hasta dos regiones cerebrales: la 
corteza somatosensorial, que procesa el tacto; y la corteza cingulada anterior, que gestiona la información agradable.
Las neuronas de estas áreas desencadenan una respuesta inmediata en forma de bruscos movimientos corporales y una risa nerviosa difícil de controlar. Si estas reacciones interfieren en la regulación de los músculos involuntarios que controlan la respiración, pueden causar espasmos e incluso asfixia
La situación de estrés que produce el cosquilleo también puede ocasionar un fallo cardíaco, eso sí, siempre y cuando la persona parezca alguna dolencia en el corazón. Ambos casos son muy extraños en la literatura médica y lo normal es que las consecuencias más nefastas de unas cosquillas no pasen del enfado de la víctima mientras se retuerce de risa.

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